sábado, 11 de diciembre de 2010

Al pan pan y al vino vino

Este tema de los inmigrantes y las usurpaciones de tierras públicas me tiene bastante cansada.

Me hace preguntarme y recordar cómo fue cuando llegaron los primeros inmigrantes a fines del siglo XIX y en los primeros años del siglo XX.
No creo que en ningún caso esas gentes, también humildes, también trabajadoras, también buscando un futuro y un lugar en el mundo, hayan ocupado por la fuerza ningún terreno, ni mucho menos terrenos públicos (que precisamente por ser públicos son de todos).

Ahora bien. Hoy en día hay gente que está reclamando que les den un terreno, una vivienda. Y hay gente que está tomando por su cuenta terrenos en lugares que son públicos, terrenos fiscales de la Nación o de la Ciudad de Buenos Aires. Y parece que la mayoría de esas personas son inmigrantes.

Si se les ofreciera tierras en Catamarca, en La Pampa, en La Rioja ¿Las aceptarían? ¿Irían esas familias a vivir allí?
No lo creo.

Están en Buenos Aires porque aquí es donde encuentran trabajo en el área de servicios (sobre todo) y en otras actividades que por cierto no requieren una mano de obra muy calificada. Y porque en Buenos Aires pueden contar con un sistema de salud y de educación al alcance de la mano y de bastante buena calidad.
No entiendo porqué hacen los reclamos que hacen a las autoridades argentinas y no los hacen a las autoridades de sus respectivos países.
Es cierto que el gobierno, sea el nacional o el provincial o el de la Ciudad de Buenos Aires, tiene la obligación de determinar y ejecutar políticas que permitan que las personas tengan una vivienda justa.
Pero me pregunto qué es lo que les da derecho a estas personas para que se les dé lo que piden así porque sí, cuando a mis viejos, y a mis abuelos, que no estaban en mejores condiciones, nadie les regaló nada; cuando a mí nadie me regala nada ni me ha regalado nada jamás.
Obviamente que estoy de acuerdo con que todos merecen tener una vivienda digna, pero de ninguna manera voy a aceptar que usurpen, que tomen por la fuerza lo que es de otros o lo que es de todos.
La ley debe aplicarse de igual manera para todos y si se es extranjero no me parece lógico que se pretenda tener más derechos que los propios ciudadanos nativos.

Tal vez se me acuse de xenofobia. No, nada más lejos de la realidad. Por favor llamemos a las cosas por su nombre. Al pan pan y al vino vino.

No hay comentarios: